miércoles, 18 de agosto de 2010

Diputados y funcionarios realizan mesa de trabajo sobre la prohibición de menores a espectáculos sangrientos.

Agosto 18, 2010.

El día de hoy la Comisión de Ecología y Medio Ambiente llevó a cabo una mesa de trabajo, en torno al tema de la prohibición de menores de edad a espectáculos de sacrificio animal, como son las corridas de toros y peleas de gallos, a fin de conocer distintos argumentos de autoridades y asociaciones protectoras de animales, y así analizar la Iniciativa de reforma del artículo 72 de la Ley Estatal de Protección a los Animales, propuesta por el Diputado Felipe Abel Rodríguez Leal.


A la reunión asistieron los diputados Ivette Salazar Torres, Tito Rodríguez Ramírez, José Guadalupe Rivera Rivera, y Jaime Yañez Peredo, integrantes de la Comisión, así como el diputado Felipe Abel Rodríguez Leal, Marisol Hernández Aguilar y Arlette Reyna de la Asociación Potosina Por la Dignidad Animal, Carlos Moreno de la Dirección de Ecología Municipal, Enrique Narváez, Martín Martínez y Ma. Elena Foyo de la Dirección de Comercio, Armando Gallegos del Rastro Municipal, Mauricio Gómez Aranda de la Secretaría de Cultura, Julio Palomares y Jesús Pérez de la Secretaría de Salud.

Tras una haber emitido algunas posturas y argumentos cada uno de los funcionarios y miembros de asociaciones invitados, la presidenta de la Comisión de Ecología, Ivette Salazar, reconoció que a pesar de existir legislación al respecto, es inaplicable. Por su parte el legislador Felipe Abel señaló que es obligación del Ayuntamiento de la Capital hacer cumplir la ley, prohibiendo la entrada de menores de edad a estos espectáculos sangrientos, por lo que pidió concretamente a los funcionarios de la Dirección de Comercio expliquen por qué se permite esta violación a la ley.

En este sentido, Martín Martínez se deslindó argumentando que a la Dirección de Comercio no le toca regular este tipo de eventos en cuanto a su desarrollo interno, ya que únicamente se vigila el cumplimiento de requisitos para otorgar el permiso. Sin embargo, Enrique Narváez apoyó la propuesta de que se reforme la Ley Estatal de Protección a los Animales, a fin de que se especifique la prohibición de la entrada de menores de edad a corridas de toros y peleas de gallos, pues consideró que actualmente se encuentra plasmado de manera muy ambigua en la ley.

Rodríguez Leal ratificó que esta crueldad en contra de los animales, justificada en una tradición, fomenta una falta de respeto a la vida, pues se crean condiciones artificiales para el enfrentamiento, las apuestas y la violencia que concluye con la muerte o la mutilación de alguno de los contendientes. Por lo que manifestó que es evidente que este tipo de espectáculos influye en forma determinante en los menores de edad, que en su proceso de formación son sensibles, influenciables y tendientes a reproducir conductas.

Las integrantes de APDA señalaron que criminólogos como Tocaven, Franchini-Introna, Gavan y Middendorff, aceptan que el hecho antisocial está íntimamente ligado a la estructura psíquica del sujeto. Que la criminalidad implica una previa deshumanización de los sujetos como individuos y una codificación de las futuras víctimas. Esta actividad criminal comienza en la niñez y alcanza su florecimiento total en la adolescencia tardía o la temprana adultez.

Así mismo argumentaron que investigadores como Albert Bandura, demostró cómo los niños aprenden la agresión de los adultos o de otros niños a través de dos conductas básicas: la observación y la imitación .

Cabe señalar que en 1980 la UNESCO, máxima autoridad mundial en materia de cultura, emitió su dictamen respecto de estos espectáculos: "La tauromaquia es el malhadado y venal arte de torturar y matar animales en público y según unas reglas. Traumatiza a los niños y los adultos sensibles. Agrava el estado de los neurópatas atraídos por estos espectáculos. Desnaturaliza la relación entre el hombre y el animal. En ello, constituye un desafío mayor a la moral, la educación la ciencia y la cultura."

Las corridas de toros y peleas de gallos, subsisten en aras de una tradición malsana, propia de un folklore que viene como consecuencia de una inculturación importada y debido a que es una actividad meramente lucrativa, pero éticamente injustificable. Además de que son actividades donde en forma recurrente se permite el consumo de alcohol y las apuestas, es evidente que el perjuicio emocional a los menores va en aumento.

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