domingo, 20 de junio de 2010

Monsivais, el arte como instrumento de lucha

Un grupo de artistas plásticos originarios de San Luís Potosí elaboraron durante los años 2006-2007 un recopilación de grabados denominada: " La Lucha Contra la Barbarie " .
La misma contiene tres escritos de presentación. Uno de Carlos Montemayor, otro de Ignacio Betancourt uno mas de Carlos Monsivais.

De los límites y los alcances del arte
Carlos Monsiváis

¿Para qué, hasta el momento, no sirven el arte y los artistas? No detienen las ambiciones de empresas del arrasamiento como la Minera San Xavier; no evitan que las empresas hagan suyos a políticos y jueces de distintos niveles; no anulan las mentiras y las trapacerías del gobierno del estado y del gobierno federal; no impiden las enfermedades causadas por el ecocidio; no obstaculizan la destrucción de una zona patrimonial; no...

¿Sirven de algo el arte y los artistas, tiene sentido la resistencia popular, vale la pena la defensa de los intereses comunitarios? La mera formulación de la pregunta indica el sentido de la respuesta: por supuesto que sí, desde luego. Sí es primordial reconocer las funciones testimoniales de un arte que no por eso renuncia a su dimensión específica; sí se requiere la legitimidad ética y estética que el arte y la voluntad comunitaria aportan; sí se obtiene una victoria esencial al aportar la resistencia la certeza de lo muy valioso de la solidaridad colectiva; sí se ratifica que la contribución moral y artística no se fija en los temas sino en la voluntad de hacerse presente en la lucha por los derechos de todos; sí queda comprobado que la gran victoria del inicio es no dejarse como ciudadanos, potosinos, artistas; sí se viven desde el conocimiento de la opresión las sensaciones perdurables de la libertad.

Estos grabados de Bernardo Calderón, José Luis Carrera, Oswaldo Rivera, Luis Felipe Rangel, Jesús Ramos, Jorge Cabrera, Verónica Gómez, J. Ángel Robles, Rosa Luz Marroquín y Armando Belmontes, de técnicas y complejidades muy diversas, corresponden a trayectorias personales y al afán colectivo de impedir que la Minera San Xavier haga su santa y su profana voluntad, y esto le otorga al Cerro San Pedro algo definitivo: la calidad de hecho irreductible, la conciencia de que los símbolos que son realidades y las realidades que son simbólicas son también el espejo donde la nobleza comunitaria alcanza su mejor definición.

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