domingo, 3 de octubre de 2010

De nuevo el TRIFE contra AMLO, un dejà vu.

Guillermo Luévano Bustamante.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, vuelve a actuar de forma facciosa, sin pudor. Con el voto de 4 magistrados a favor y 3 en contra, el pasado 29 de septiembre de 2010, resolvió ese órgano jurisdiccional ordenar que se retiren los mensajes televisivos y radiofónicos donde aparece Andrés Manuel López Obrador difundiendo su Proyecto Alternativo de Nación. La decisión del Tribunal parte de premisas erróneas, pero no por ello menos dolosas o deliberadas. El argumento que sustenta esa decisión fue garantizar la equidad en el proceso electoral del año 2012.

En primer lugar, da por sentado un hecho futuro de realización incierta. En términos jurídicos Andrés Manuel López Obrador no es candidato a la presidencia de la República por ningún partido político. Por lo cual es inadmisible sancionarlo o pretender regular su actividad particular, si bien como dirigente de un movimiento ciudadano, pero sin reconocimiento legal como tal. En todo caso si se tratara de una presunción legal, el Tribunal deberá manifestar las premisas que derivan en esa conclusión, las cuales deberán traducirse en supuestos generales aplicables a otros individuos que se hallaran en las mismas condiciones o en unas todavía más favorables, a fin de que no significara formulas de exclusión o diferenciación.

En segundo lugar, si lo que se busca es la equidad, como pretendidamente dice la resolución del Tribunal, debería procurarse remediar el fondo del problema de la inequidad en los medios de comunicación. En los hechos, el Sr. Enrique Peña Nieto, aparece con mayor frecuencia e intensidad en horarios, programas y espacios de espectáculos, de revista y en noticieros. La simulación que implica aparentar contenidos diversos, pero que en el fondo exalta la figura de Peña, es evidentemente un mecanismo de inequidad. Sobra decir que un cerco informativo ha marginado de los espacios noticiosos, en el mejor de los casos a Andrés Manuel López Obrador, a pesar de que encabeza un amplio movimiento nacional, cuando no distorsionan, tergiversan, trastocan, atacan con virulencia y denostan sus posicionamientos y planteamientos, desacreditándolos muchas veces sin sustento, en el peor de los casos. Como sea, es urgente democratizar los medios de comunicación, pues el esquema que pervive en la actualidad favorece y consolida el poder de las dos grandes cadenas televisivas nacionales que se ufanan de ser plurales pero que en la práctica tienen un sesgo editorial, notoriamente favorable a otras expresiones políticas.

Es de nuevo el Tribunal Electoral, el que designó a Calderón como presidente de la República, y que al momento de resolver los usos indebidos de publicidad disfrazada dijo que había irregularidades e ilegalidades por parte del candidato del PAN pero no tantas como para invalidar la elección, es decir, según ellos “fue ilegal pero nomás poquito”.

Ese mismo tribunal hoy ratifica por mayoría de votos que tiene una evidente consigna política, que contra López Obrador es un asunto personal, que lejos de procurar la equidad y la certidumbre en los procesos electorales, le preocupa favorecer a un grupo de poder y que Andrés Manuel es todavía, según ellos, un peligro para México, pero más bien una amenaza que pone en riesgo los privilegios de esa clase política voraz e inmoral.

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